"Ardo sin preguntar, igual que lo hace el fuego..." (J. F.)
La siembra del Filete
Por Cecilia Lis García
Por Cecilia Lis García
El camino recorrido por Alfredo Guillermo Fernández es el de la trasmisión de sensaciones-semilla a través del fileteado y el arte público. La pintura es su instrumento, en la que cree y con la que crea, y tal como aquellos carros que vieron nacer al fileteado, va repartiendo testimonios del pasado, presente y futuro a lo largo de todo nuestro país, de la mano de esta técnica que lo ayuda a transportar el alimento del arte, para el alma y la memoria.
En las manos de Freddy Filete, el trabajo artístico asume un rol de manifiesto social y popular, desde su mensaje hasta los lugares en donde brota cada filete. Empresas recuperadas, escuelas, centros culturales, paradas de colectivos; cada uno de estos espacios es tomado por este artista para proclamar el fértil vínculo entre el arte y la libertad cuando se da para el pueblo. El arte para él representa el respeto y el reconocimiento para con los demás, el trabajo con el que él se gana el pan y el trabajo con el que se cruza cada trabajador, cada alumno, al regresar a su casa, a su escuela, a su hogar. La distancia entre su obra y la gente es la que mantiene la semilla con la superficie que la cubre, en su crecer se irán fundiendo, acercando la grieta entre el público y su arte.
Los trabajos de Freddy Filete, sus talleres de fileteado, sus murales, sus cuadros, son huellas y brotes de un artista y su destino, andando por su tierra y su sueño, su esperanza hecha color y compromiso.
Por Cecilia Lis García
Desde la cuna de su significado, el filete tuvo que ver con algún elemento cortante, con algún borde agudo que dibuja un tajo en lo próximo. Consiguiendo mantener cierta complicidad con el diccionario encontramos para el término Filete, lo siguiente: m. (del latín filo = hilo), lista angosta en molduras / línea fina para adornar dibujos / remate de hilo enlazado en el canto de ropas / pequeña lonja de carne magra o pescado sin raspas. De esta manera, cada una de estas definiciones nos traslada a paisajes de antaño, de calles y gentes simples, de pueblos que son un instante, un soplo en nuestra historia.
Hacia esos parajes nos llevan las pinceladas del fileteador, oficio que arduamente fue creciendo entre los viejos carros de transporte de alimentos, desde principios del siglo XX. Por tener ese origen bravo, sin casta ni abolengo, el filete siempre estuvo vinculado con lo popular; y como arte popular está escasamente documentado. Su genealogía y su historia están construidas en base a recopilaciones de testimonios y anécdotas rescatadas del olvido, en un arrebato más propio y más cercano a una mitología, que a un estudio de su desarrollo.
La temática del filete, a su vez, también responde con imágenes y frases, tomadas de la inspiración popular y su “sabiduría de lo breve”. Por esos caminos y sus vaivenes se escurren los mensajes fileteados, separando la noche del día, hundiendo colores y sombras en la tierra fecunda, con su tajo bullicioso y su línea rapsoda.
Sus diversas técnicas y elementos decorativos fueron fundando un agudo repertorio que lo llevó a ser un género único y diferente de cualquier otro conocido hasta entonces. En su tratamiento podemos observar ciertas características, como lo son: el alto grado de estilización; la preeminencia de colores vivos; la utilización de sombras y claroscuros, como recursos plásticos para crear profundidad; el gusto por los caracteres acicalados, mostrando una franca relación con el arabesco; la colocación de cada composición en un marco, que mantiene la misma estructura con la obra; la utilización de los colores en exceso, ligados a las figuras que los envisten, de las cuales se extrae la expresividad general de la obra; y la fuerte presencia del símbolo en sus composiciones.
La vibración cromática con la que tiñe hasta las cosas más inertes brinda dinamismo a las formas representadas. El filete arenga y envuelve en cada uno de sus rincones, desde donde nos canta las virtudes y vicios del pueblo. El color y el ritmo transforman a su pintura en un intenso juego de signos dinámicos. Son sus dibujos los que continúan emigrando, contando historias, llevando el alimento y el mensaje en tránsito. Representa tanto la permutación y el desplazamiento, como la simplicidad con la que se pueden decir las cosas, siendo un notable exponente de nuestros valores socioculturales.
Alfredo Guillermo Fernández (Freddy Filete): Nació en Ing. Pablo Nogués en 1970. Trabajador de un antiguo oficio, el filete tradicional.
En 1994 abre su primer taller de carteles y publicidad decorativa donde convive con los materiales que le posibilitan la suma de dibujos y letras de estilo personal a su labor comercial.
Caricaturas, retratos e ilustraciones lo llevan a viajar por la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, a fines de la década del 90; lugares donde comparte con auténticos artesanos argentinos el aporte cultural nacido de manos creativas, que lo influyen y lo respetan.
A partir del año 2000 llega a San Telmo donde se cruza con maestros fileteadores que le trasmiten su pasión y secretos por este género popular.
Allí se instala 5 años, primero en el Parque Lezama y después en el histórico edificio “Los Patios de San Telmo” donde se proyectan sus trabajos hacía un público nacional y extranjero.
En San Miguel, lugar donde reside actualmente, abre su taller de fileteado en el Centro Cultural raíces, desde su docencia en este lugar nace el grupo de Arte Público “Los fileteadores del Conurbano” con quienes realiza varios murales en escuelas, bibliotecas o centros populares.
Sus muestras y clínicas de fileteado viajan por el país y el extranjero, compartiendo espacios y encuentros con muralistas prestigiosos que le inculcan el compromiso con el Arte Público.
Desde el año 2012 instala su taller en la fábrica recuperada IMPA, en Almagro (C.A.B.A.) desde donde continúa su trabajo de recuperación de un oficio, dando talleres y colaborando con la estética del espacio bajo gestión obrera.
Desde el año 2012 instala su taller en la fábrica recuperada IMPA, en Almagro (C.A.B.A.) desde donde continúa su trabajo de recuperación de un oficio, dando talleres y colaborando con la estética del espacio bajo gestión obrera.
Bares y restaurantes, verdulerías, vehículos o instrumentos musicales llevan grabados su estilo colorido y renovador.